La Niña no tiene la culpa

World Climate Service (WCS) le dio una vuelta de tuerca más a la situación en Sudamérica, una región donde las lluvias por ahora no son las deseadas. ¿Es La Niña trabajando anticipadamente? Parece que no. Según se indica, es probable que las temperaturas de la superficie del mar en el Océano Atlántico Norte tropical estén influyendo sustancialmente en las precipitaciones recientes en Brasil y Argentina. Durante los 60 días anteriores al 7 de septiembre pasado, grandes zonas de ambos países han estado extremadamente secas, y así siguen actualmente. Si las condiciones no mejoran pronto, WCS advierte que la temporada de siembra de cultivos en la región se verá afectada significativamente.

El porcentaje ponderado de precipitación observado por la consultora estadounidense CropProphet (CP) desde el pasado 10 de julio muestra que para la producción de maíz de primera temporada en Brasil ha sido del 53% del volumen normal, mientras que otras zonas de cultivo han recibido niveles igualmente bajos. La precipitación ponderada para las zonas de producción de maíz temprano en la Argentina ha sido aún menor durante los 60 días anteriores, apenas un 49% de lo normal.

Recientemente se añadió al WCS un nuevo índice climático basado en la temperatura de la superficie del mar. Se lo denomina índice del Atlántico Norte Tropical (TNA por su sigla en inglés) y rastrea las anomalías de la temperatura de la superficie del mar (SST) en el Océano Atlántico Norte tropical oriental, que generalmente abarca el área de 55°W a 15°W y de 5°N a 25°N. Sirve como un indicador crucial en la ciencia del clima, ya que ayuda a identificar las variaciones de la temperatura de la superficie del mar (TSM) que influyen en la circulación atmosférica, los patrones de precipitación y el desarrollo de los sistemas tropicales.

El índice TNA ha sido positivo durante muchos meses para las lluvias en América del sur, lo que se puede analizar utilizando la herramienta de datos del índice climático en WCS. Cuidado, nada para festejar, un índice TNA positivo tal como se registró en junio, julio y agosto, indica una probabilidad sustancialmente baja de precipitaciones superiores a lo normal para Brasil y la Argentina. En otras palabras, está asociado con lluvias por debajo de lo habitual en ambos países. Esta señal se alinea con la precipitación observada durante 60 días por CP. El análisis basado en el WCS indica que el actual período seco en Sudamérica se ha visto sustancialmente influenciado por el índice TNA positivo.

Este fenómeno habría colaborado sobremanera con el escenario que tolera la región central de Brasil, en especial el todopoderoso estado de Mato Grosso, el principal productor de granos del país. El socio del Mercosur había acortado los plazos del vacío sanitario, de modo de favorecer la generación de mucha soja temprana para poner en jaque a Estados Unidos, cortándole la ventana de ventas de enero. No podrá ser.

Lo curioso con Brasil es que nuevamente está lloviendo mucho en el sur del país, y algunos pronósticos hablan del riesgo de inundaciones, en este caso concentradas en Santa Catarina y el sur de Paraná, el segundo estado productor de granos del país.

En la Argentina se profundiza la falta de agua en el norte y oeste de la región pampeana y los lotes trigueros se ven afectados. La condición de sequía también acecha a la siembra de maíz, mientras que el área de soja podría crecer 7,5% solo si el clima lo permite.

Para la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) tambalea la posibilidad de concretar 20,5 millones de toneladas de trigo en la temporada 2024/25. Hay que tener en cuenta que en lo que va del mes de setiembre no ha habido lluvias importantes y ya se contabiliza un 30% del trigo en condiciones regulares a malas. Estuvo la posibilidad de sumar algunos milímetros en la región centro en días recientes, pero no sucedió. Solo una parte del sudeste bonaerense recibió entre 4 y 12 mm.

La situación va a contramano de lo sucedido el año pasado, cuando setiembre ayudaba a sostener el cultivo tras la brutal sequía del verano. En 2021, la campaña que terminó con un récord de producción de 23 millones de toneladas, se registró una primera quincena de setiembre que se perfilaba como un muy buen escenario para el cultivo. Hay que recordar que tanto septiembre como octubre son meses cruciales para apuntar a un buen rendimiento con el cereal.

Asimismo se ha sembrado el 15% del maíz de la región núcleo. Pero las reservas de humedad superficial se agotan y entran en duda los planes de siembra en el oeste. Ante la limitación para recurrir al maíz tardío por temor a ataques de chicharrita, aparecen el girasol y el sorgo como alternativas de cultivos en suelos marginales o con limitantes.

Mientras tanto, continúan los vaivenes con el patrón climático de La Niña. Ahora se habla de un 71% de posibilidades y se estima que persista hasta marzo de 2025. La alerta de La Niña sigue vigente, advierten los meteorólogos del Primer Mundo. Los modelos actualizados muestran que no se espera que alcance magnitudes demasiado importantes, al tiempo que su máximo impacto llegaría en diciembre o enero.

En Estados Unidos esta Niña debería producir condiciones más cálidas de lo normal. Algunos estimadores aseguran que 2025 debería marcar el pico de fenómenos climáticos extremos: sequías, inundaciones, máximos y mínimos históricos.

Para la Argentina, en tanto, aparece algo de luz al final del túnel. Para mañana jueves se anuncian lluvias en la mitad este del país en torno de los 20-25 mm, que serían vitales para darles una chance más a los cultivos de fina e intentar avanzar con la gruesa.

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