Los productores empiezan a calentar motores para la nueva campaña fina y buscan ajustar hasta el más mínimo detalle al momento de la siembra. Una de esas variables es la fertilización, un aspecto clave para el rinde del trigo.
De acuerdo a un trabajo elaborado por Ezequiel Pezzoni, de AZ Group, una distribución irregular de fertilizantes en el lote puede llegar a traducirse en pérdidas de rinde de hasta 1.000 kilos por hectárea. “Hoy equivale a unos U$S 250 por hectárea de diferencia en el margen del cultivo, ya descontados los gastos de comercialización”, graficó.
Al momento de la siembra, aquellos dosificadores que se encuentren ya sea muy gastados o rotos descargarán menor cantidad de productos en cada vuelta y esto genera que el coeficiente de variación (CV) sea elevado.
Con el sistema en buen estado de conservación y bien calibrado, el CV no debe superar el 5%. Pezzoni explicó que a partir de una serie de ensayos realizados por la Universidad Nacional de Mar del Plata – Balcarce, se determinó que más del 60% de las máquinas operativas presentan un coeficiente superior al aceptado, un 25%.
REGULACIÓN Y PUESTA A PUNTO
Para chequear el estado del sistema de dosificación existen una serie de procedimientos, que insumen poco tiempo. Uno de ellos consiste en cargar la tolva y luego simular que la máquina está trabajando sobre el lote, con bolsas de salida en cada dosificador. De esta manera, se puede ver la cantidad real de granulado que entrega cada uno de ellos.
Con la identificación detallada de cada bolsa, se pesan las muestras, para determinar el promedio y la variabilidad de dichos valores. “Esto sirve tanto para regular la dosis buscada como para detectar fallas en la dosificación si las hubiera”, añadió.
El testeo también puede realizarse de modo estacionario con bandejas debajo de la descarga, con la salvedad: según el estado del suelo, puede haber diferencias entre el testeo estacionario y la máquina desplazándose sobre el lote. “Ningún dosificador debería descargar una dosis que se diferencie, en más o en menos, un 8 % del promedio“, calculó Pezzoni.
Para el caso de las máquinas que distribuyen el granulado al voleo, el profesional destacó que existe una metodología recomendada. La misma consiste en distribuir cajas en todo el ancho de distribución de la máquina -una por metro- y hacer circular la máquina por sobre las cajas al menos tres o cuatro pasadas.
Finalmente, se pesa el fertilizante recogido en cada una de estas cajas. Esto permite determinar la superposición y definir entonces, el ancho de trabajo. En paralelo, con esos datos se debe determinar el CV de la distribución, para asegurar una nutrición uniforme del cultivo.