Pymes de biodiesel plantearán un cupo de abastecimiento interno de aceite de soja

Por los desequilibrios macroeconómicos y la disminución de la cosecha de soja a la mitad, a causa de la sequía, las empresas elaboradoras de biodiesel plantearán a las autoridades nacionales no sólo que el precio de venta de su producto copie el comportamiento de los combustibles en el surtidor, sino también que las grandes aceiteras cumplan con un cupo de aceite para abastecer a los fabricantes de biocombustible.

Desde la Cámara de Empresas Pymes Elaboradoras de Biocombustibles (Cepreb) indicaron a Campolitoral que fueron convocados este martes 28 de marzo a las 15hs en la Secretaría de Energía, a raíz del reclamo público del sector por una actualización de sus precios de venta. «Vamos a plantear un sendero: nuestro aumento tiene que ir pegado a los combustibles fósiles», señaló el Director Ejecutivo Federico Martinelli. Si bien dijo que están dispuestos a colaborar en el control de la inflación, advirtió: «no se puede en pos de mantener la inflación a raya, pisar los precios y liquidar una industria que genera 12.000 puestos de trabajo de manera directa e indirecta».

El directivo explicó que mientras el IPC se incrementó casi 30% en cuatro meses (29.2%), el precio del biodiesel -que fija el Estado Nacional- apenas se recompuso 4%. A eso se agrega una devaluación del dólar oficial de 22%, el cobro a 45/60 días de las ventas a las petroleras y «una prima excesiva» del 30% que están pagando por el aceite de soja (materia prima que representa el 85% del costo) a las grandes aceiteras.

En este escenario, Martinelli sostuvo que las empresas están en «un punto crítico» porque «pagás más caro el aceite como insumo básico y no tenés actualización de precios, con lo cual las compañías están complicadas». Por el momento la actividad se sostiene, pero «hay mucha incertidumbre de lo que viene para adelante».

Desde Cepreb explican que la ley «dice claramente» que las aceiteras deben venderle a las empresas de biodiesel al precio de exportación más costos internos (IIBB y flete), que «podría decirse un 10%» arriba de FOB. Sin embargo, «se pasan de vivos por la posición dominante y quieren cobrar lo que no corresponde por la tonelada».

A su vez, con una perspectiva de existencias de soja que se reducirán a la mitad, respecto de la cosecha anterior, Martinelli indicó que la Cámara propondrá constituir una mesa con las secretarías de Agricultura y Energía, más Ciara, «para ponernos de acuerdo» en cómo administrar el recurso. «Creo que hay que separar un cupo de aceite para las industrias elaboradoras, porque no sólo es biodiesel sino también sus derivados». Y anticipó: «no sólo va a faltar soja, también gasoil; y nosotros podemos contribuir».

La incertidumbre macroeconómica, afirmó, «hace que hoy producir sea una apuesta» y que los resultados futuros dependan del azar y la intuición. «Es muy difícil fijar precios a 60 o 90 días y es imposible anticipar el valor del aceite, el tipo de cambio, precio de venta del biodiesel», explicó.

Pese a que la decisión de estimular el uso de biocombustibles data de 2006 y se supone que es una Política de Estado, el ejecutivo lamentó que en la práctica eso no ocurre. «Muchas veces la coyuntura mata las políticas de Estado», lamentó, porque en la urgencia se toman medidas que van en contra de un desarrollo a mediano y largo plazo, «como necesita toda la bioeconomía y sus derivados». Al respecto, recordó que hace dos años se prorrogó la ley de biocombustibles, pero se bajó el corte de 10 a 5%; mientras el año pasado, como faltó gasoil, se lo subió a 7.5%. «Es decir, se va improvisando año a año».

Por esto es que reclaman estabilidad y previsibilidad; para poder invertir en el mediano plazo, no sólo pensando en el biodiesel sino en todos sus derivados. «El mundo va hacia una nueva biolegalidad, que implica mayor aceptación de los productos que tienen un origen renovable», planteó el industrial. Y en ese contexto, el país «está en una posición extraordinaria para ser líder en esta transformación de biomasa en bioinsumos», como demandan las industrias cosmética, farmacéutica, aeronáutica o aeroespacial. «Hay mucho para hacer en este plano, pero si una compañía en vez de estar proyectando el futuro, está haciendo malabares para subsistir, difícilmente pueda subirse a esa revolución global de los bioinsumos», sentenció.

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