La falta de agua puso en jaque los planes del trigo

La falta de agua puso en jaque los planes del trigo, en tanto es incierto el futuro de la gruesa. Para un Estado negado a recortar gastos a fondo, suenan campanas de alarma.

En general la gran ciudad registra muy poco los inconvenientes climáticos que sufre el campo, pero tanto la sociedad en general como el gobierno en particular deberían empezar a prestarle más atención al tema. Las pérdidas de producción en el interior del país pueden poner en jaque a toda una Administración.

Y si no que lo diga el gobierno anterior. Es cierto que no emprendió todas las reformas que debían realizarse, que no comunicó en detalle la pesada herencia que recibía, que no tuvo reacción cuando las cosas se complicaron. Pero pocas dudas caben respecto de que fue la seca de 2018 la que le dio el golpe de gracia. Hay que entender que en la Argentina la dependencia del campo es altísima hasta tanto se logre un desarrollo amplio de la industria, generando un actor eficiente y agresivo en los mercados externos, tarea nada sencilla a esta altura del partido.

La gran estupidez de algunos gobiernos pasa por ponerle palos en la rueda al campo, cuando deberían dejar que se mueva con la mayor libertad posible, que genere aún más volumen de granos y conquiste nuevos mercados. Brasil es un ejemplo del camino razonable en este sentido. Y prenderle velas a San Pedro, claro, para que nada altere el escenario de producción de cada campaña.

Este gobierno tuvo su baño de realismo, cuando después de descalificar al sector se vio obligado a recostarse en el agro para intentar salir de un escenario complicado que él mismo creó. Todavía hay que ver si lo logra, pero ya no tiene chances de fabular sobre el tema.

Con la lección aprendida, la Administración tiene por delante algunos desafíos. Si imagina tender un puente para contar con el dinero del trigo debe saber que llegará esmerilado respecto de sus posibilidades iniciales. Eso va a hacer más largo el tirón hasta el ingreso de los dólares de la soja y el maíz, cuyo aporte dependerá del comportamiento de esta tercera Niña consecutiva. Puede que el impacto sea leve, pero también que el daño resulte relevante.

Parece utópico pedirle a un Estado clientelista que termine con el gasto desbordado en un año electoral como será 2023, pero si no lo hace por piedad con una sociedad en problemas al menos que lo haga por temor a quedarse sin buena parte del aporte de su principal financista. Y ahí se acabó el cuento.

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